viernes, 4 de diciembre de 2009

Artículo

Que fácil es hablar sin conocimiento de causa, comentar por comentar, yo te digo, tú le dices, acusar sin pruebas y comenzar a hacer una bola de un simple grano de arena.
Pero claro, con poner o decir "supuestamente", todo está perdonado y "aquí paz y después gloria".

Todo esto sucede y ha sucedido continuamente en nuestra sociedad. Lo último, el desagradable caso de Aitana, la niña tinerfeña de tres años que falleció el pasado viernes 27 de Noviembre.

El acoso y derribo que sufrió el compañero sentimental de su madre, Diego Pastrana, no tiene excusa ni razón lógica por parte de médicos, prensa, ciudadanía…por parte de todos. Las fuertes acusaciones que ha sufrido (violación, maltrato) han quedado en nada, en un prejuicio después de la resolución de las pruebas: Aitana se había caído de un columpio en el parque y de esa caída derivaban sus problemas.

¿Dónde queda ese dolor?, ¿y ese daño tanto por la muerte de Aitana como por esas falsas acusaciones siendo inocente?

Y todo, ¿por qué?, ¿negligencia médica?, ¿ganas de llenarse los bolsillos por ver quien ofrece la noticia más sensacionalista?

Sí. Así es. Multitud de casos se producen hoy en el anonimato por negligencias médicas, por dejar pasar las cosas y no detenerse a realizar las pruebas pertinentes. Por no esperar.

Y después del fallo, ¿quién paga las consecuencias?

Desde luego, en la mayoría de los casos, la víctima es la persona y la familia afectada; no el personal de nuestra sanidad pública.
Y hablo desde el conocimiento, de la experiencia, por mi tío y lo que día a día padece debido a un tratamiento erróneo.
¿Callar o denunciar?, ¿justicia o injusticia?, ¿apoyo político o mejor "lavarse las manos" mirando sus intereses?

Pensemos antes de actuar y hablar y seamos consecuentes con nuestros actos. En estos casos, la vida de las personas y su integridad están en juego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario