lunes, 16 de noviembre de 2009

Prólogo de Juan Cacho


Cuando comencé a leer este libro lo hice con incertidumbre, a ver con que me podía encontrar. ¿Y cuál fue mi sorpresa?
Descubrir a un personaje, el señor Cacho, de lo más cercano. Al igual que me ha pasado a mí, supongo que muchos de vosotros os habréis identificado u os identificaréis con Juan, con sus preocupaciones, sus líos de faldas, sus expresiones o las situaciones de su vida diaria.

A mi parecer, el autor ha reflejado huellas de lo vivido y de lo que le habría gustado vivir.
Pero además, el libro plasma con un lenguaje de lo más corriente y sin rodeos, el reflejo de una seria de personajes. Personajes que no lo son tanto, ya que son transportables sin el menor esfuerzo a nuetro vivir cotidiano: comunidad de vecinos donde le digo al uno le digo al otro, marujas metomentodo, madres preocupadas y agobiantes, historias para no dormir de amigos, jovencitas "ligeritas de cascos"...

Me recuerda a mis vecinas cotilleando en el ojopatio o cuando viene alguna de mis amigas con cara de circunstancia por algo ocurrido y tienes que hacer de abogado del diablo o cuando este verano leía a Conan Doyle o Agatha Christie buscando e indagando sobre pistas y misterios.
Por un lado u otro, podrás reconocer en Juan Cacho pinceladas de la sociedad actual.

Como dice el autor en su prólogo, Juan Cacho no es un libro para reflexionar o para contestar preguntas trascendentales de la humanidad, sino un libro para desconectar, evadirte, pasar un buen rato y para caer en la cuenta, porqué no, de tu realidad reflejada en unas líneas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario